Irak. Farmamundi, Yolanda Ansón.
Antes de la pandemia las condiciones de vida en el Kurdistán iraquí ya eran duras; actualmente, tras el impacto del virus, la realidad es realmente complicada. En un contexto de emergencia sanitaria, miles de personas continúan en situación de desplazamiento forzoso sin posibilidad de retornar a sus lugares de origen por la falta de seguridad y las dificultades para acceder a servicios básicos. Por eso, “la construcción y puesta en funcionamiento de un nuevo centro médico en la gobernación de Dohuk ha sido tan importante”, comenta Pablo Rodríguez-Arias, cooperante de Farmamundi. “El centro garantiza servicios de salud integrales, sostenibles y sin discriminación a más de 4.000 personas al mes”.
Irak cuenta con una población de casi 40 millones de personas. A pesar de ser considerado un país de renta media-alta, el Índice de Riesgo Global de INFORM, que mide el riesgo de crisis humanitarias y desastres, lo califica como país de muy alto riesgo. Una situación que desborda la capacidad de respuesta nacional.
La situación humanitaria en Irak enfrenta importantes desafíos. Los diversos y complejos conflictos que han afectado a su población han empeorado notablemente sus condiciones de vida. Las Guerras del Golfo y la más reciente contra el Estado Islámico provocaron un enorme desplazamiento interno que llegó a afectar a 6,1 millones de personas, de 2014 a 2017. “En la actualidad, y según un informe publicado por OCHA, la Oficina de Ayuda Humanitaria de Naciones Unidas, se calcula que 1,3 millones de personas, permanecen todavía en situación de desplazamiento interno y sin esperanzas de una solución a corto plazo -explica Pablo Rodríguez-Arias-. Familias enteras se enfrentan a condiciones de vida terribles, inseguridad y siguen sufriendo traumas y problemas de salud física y mental, sin poder cubrir sus necesidades básicas. Sabíamos que el centro de salud en el campo de ChamMishko aliviaría la complicada situación de la población desplazada interna”.
A pleno rendimiento
La construcción del centro médico comenzó en febrero de 2021; durante un viaje de Farmamundi a la zona, tras una evaluación de necesidades realizada por la organización Heevie y en coordinación con las autoridades sanitarias locales. El objetivo estaba claro: era necesario mejorar la calidad en la prevención y respuesta a situaciones críticas de salud pública en la localidad de Zakho, concretamente en un campo de refugiados construido para acoger a 29.000 personas. La mayoría de quienes viven en el campo pertenecen a la minoría kurda yazidí, y han sufrido lo que la ONU califica como un genocidio por parte del Estado Islámico. En los últimos tiempos, las atenciones diarias se habían disparado y llegaban a alcanzar entre 250 y 400 consultas diarias. Tres meses después, en mayo de 2021, el centro médico comenzó a funcionar.
Ya a pleno rendimiento, el centro ofrece un servicio integral que va desde las consultas genéricas a través de un médico de familia, a la atención especializada en salud sexual y salud reproductiva, con cuidados prenatales y posnatales; vigilancia de enfermedades transmisibles; servicios de planificación familiar, así como atención psicosocial y apoyo a la salud mental con personal especializado. También se realiza la prescripción de medicación crónica y aguda, servicios de atención dental, test de laboratorios, ecografías y dispensación de medicamentos farmacéuticos con prescripción. El centro cuenta con cuatro profesionales farmacéuticos que administran las medicinas y se encargan de asegurar el stock de la farmacia.
Formación y atención específica a mujeres
Una de las líneas de trabajo más destacadas es la que se ha realizado junto a Heevie y la AECID para garantizar la formación de profesionales. A lo largo de este tiempo, se han formado más de 70 profesionales de salud de la zona. Entre ellos, se encuentran las 40 profesionales que atienden el centro, la mayoría de origen yazidí. Esto contribuye a hacer del centro de salud un espacio comunitario seguro para quienes viven en el campo de personas refugiadas.
En el centro trabajan cinco doctores; una de ellas está especializada en salud sexual y reproductiva. Además, cuenta con doce profesionales de enfermería, cinco de ellas mujeres lo que permite garantizar una atención con enfoque de género. El equipo también tiene dos dentistas, dos especialistas en radiología (que realizan las ecografías). Y en el laboratorio, testeando las muestras de posibles enfermedades infecciosas, trabajan cuatro personas. Un epidemiólogo se coordina con el registro de pacientes para garantizar la comunicación con las autoridades sanitarias.
Atención materno infantil
“Es común ver a mujeres con muchas criaturas acudir al centro en busca de atención médica para alguna de ellas, y por ello dedicamos esfuerzo en convertir en amigable la llegada al centro para la infancia”, afirma Pablo Rodríguez-Arias. Por eso, la atención materno-infantil también es prioritaria.
En torno al centro hay una serie de servicios que contribuyen de manera integral a la salud de la población: una ambulancia para las urgencias, trabajadores y trabajadoras comunitarias encargadas de la educación en salud que se imparte en el centro y también de las sesiones de sensibilización que se realizan en el campo. “Gracias a todos estos servicios, se ha podido descongestionar la atención primaria. La actuación realizada por Heevie y Farmamundi ha sido fundamental para la vida de las más de 20.000 personas que viven en ChamMishko. En definitiva, este centro está ayudando a mejorar la salud y la calidad de vida de muchas familias. Eso es lo que realmente importa, y por lo que me siento orgulloso del trabajo realizado”, concluye Rodríguez-Arias.