Desde tiempos históricos la tierra ha alimentado a la región de Chortí, en Guatemala. Mujeres y hombres cultivan los surcos de los que nace el maíz, los frijoles y la calabaza. Alimentos que sostienen la vida, aunque con ciertas dificultades: el acceso a los recursos hídricos está limitado y eso provoca que los frutos de la tierra sean escasos. La población sufre desnutrición crónica. La falta de nutrientes provoca bajo peso y talla al nacer; cuando las criaturas crecen, la desnutrición se traduce en falta de concentración y, por tanto, en fracaso escolar. La población de Chortí, descendiente de los mayas y con una gran riqueza cultural, es pobre.
La ONG Paz y Desarrollo trabaja en la zona para mejorar las condiciones de vida, especialmente de los niños y niñas, y las mujeres. La incidencia en mujeres y niñas es uno de los pilares básicos de su trabajo porque la sociedad rural de Chortí es machista. Ellas sufren triple discriminación: son mujeres, indígenas y pobres. “Las mujeres chotis cargan con las labores domésticas, trabajan en los campos y el Código de Trabajo ni siquiera las considera trabajadoras, sino coadyuvante del hombre”. Sufren, además, altos niveles de violencia de género. Uno de los proyectos de Paz y Desarrollo llegó a casi 500 mujeres que participaron en charlas y seminarios; la mitad eran analfabetas.
Odeth Díaz tiene 23 años y está a punto de acabar su carrera de pedagogía y administración educativa; además, trabaja con seguridad alimentaria y nutricional desde 2016. Natural de la región de Chortí, fue coordinadora de la Unidad Municipal de Seguridad Alimentaria y Nutricional durante el período de ejecución de un proyecto de Paz y Desarrollo. Díaz cuenta que las limitaciones de las mujeres son “visibles a la hora de trabajar con hombres, ya que en la toma de decisiones, especialmente son ellos quienes tienen voz, voto y poder de decisión”. No obstante, incide en que “no solo se trata de llevar alimentos a la mesa, se trata de cambiar el pensamiento, porque la pobreza también viene de la mente”.
No solo las mujeres, sino también los hombres
Tal como apunta Odeth Díaz, la incidencia social no sería integral sin trabajar con los hombres. Más de 350 pequeños productores acudieron a las sesiones para entender diferentes formas de masculinidad y recordar la responsabilidad de los progenitores en la nutrición de sus hijos. Además, aprendieron nuevas técnicas de cultivo de maíz adaptadas al cambio climático y huertos caseros.
Reducir las brechas de género en la sociedad rural y machista chorti no gusta a todo el mundo. Algunos actores sociales, como algunas iglesias, grupos de hombres y gobernantes locales no ven con buenos ojos estas actividades. No solo se resisten a la ejecución de algunos proyectos, sino que prohíben la participación de las mujeres y las estigmatiza como “malas mujeres”. Cuestionar el orden establecido en los hogares y en las comunidades genera rechazo. Los trabajadores y trabajadoras de la organización deben tomar precauciones para evitar atentados contra su integridad en un país que generalmente favorece a los hombres.
A pesar de ello, el camino iniciado no tiene marcha atrás. Como dice Odeth Díaz: “yo siempre me he proyectado como una mujer fuerte y tenaz pero que siempre ha tratado de sobresalir por cosas buenas y ser portavoz de muchas mujeres que no se animan a hablar por miedo a la violencia o rechazo, entonces yo siempre he intentado ser un ejemplo a seguir”. Muchas Odethes están ya en camino y no volverán nunca al punto de partida.
*Paz y Desarrollo trabajó con más de 1.300 personas del entorno rural con su iniciativa “Contribuyendo a reducir las vulnerabilidades a la desnutrición crónica de familias en la Región Chorti de Guatemala” financiado por la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AACID).