Las mujeres bateyanas: referentes en su comunidad y guardianas de la vida

Mujeres bayetanas graduadas con sus diplomas en la mano y sonriendo.

República Dominicana. FUDEN.

Los bateyes, ubicados en las áreas rurales de República Dominicana, son plantaciones de azúcar donde viven desde el siglo XX trabajadores y trabajadoras, en su mayoría, de origen haitiano. Desde sus orígenes, las comunidades bateyanas se han enfrentado a condiciones de pobreza extrema, a la discriminación y a la exclusión. Actualmente, tal situación persiste y afecta de manera especial a mujeres y niñas, quienes muchas veces ni siquiera tienen un documento de identidad. En muchos casos, la desatención por parte de los servicios de salud, la falta de asistencia sanitaria y la vulneración del derecho a la salud sexual y reproductiva son la norma.

Ana Rosa

“Ahora sé vacunar. Yo pensaba que lo mío era tener muchachos, ahora sé que tener cinco hijos no impide que yo pueda progresar”,

La Fundación para el Desarrollo de la Enfermería (Fuden), lleva más de dos décadas trabajando a favor de los derechos humanos, el bienestar y la salud en 55 bateyes al este del país, en la provincia de Monte Plata. Este objetivo solo es posible trabajando mano a mano con mujeres y niñas bateyanas; su empoderamiento y formación son fundamentales en un contexto así. Hoy son 517 las mujeres que ocupan el rol de promotoras de salud y que se han convertido en referentes en sus comunidades y en guardianas de la vida.

Los pasos dados de manera colectiva han mejorado las vidas y el entorno.  “Ahora sé vacunar. Yo pensaba que lo mío era tener muchachos, ahora sé que tener cinco hijos no impide que yo pueda progresar”, comenta Ana Rosa, una de las protagonistas. Ana Iris, otra de las figuras clave en su comunidad, señala que “la higiene es primordial, enseñar que es bonito recoger la basura, depositarla en bolsas y lograr que llegue el camión de la basura”, son algunas de las nociones que ella transmite, esenciales para prevenir enfermedades infecciosas, el dengue o la cólera.

Acto final del proyecto con la participación de la comunidad, promotoras de la salud y las autoridades locales, sanitarias y educativas de referencia del batey. Foto: FUDEN.

La formación es crucial en un entorno con notables limitaciones de atención sanitaria. Según datos del UNFPA (Agencia de Naciones Unidas para la Población), en 2020, el gasto en salud pública fue del 2,4% del PIB, lo que se tradujo en desigualdades en el acceso a la salud materna y la planificación familiar, entre otros. “Se calcula que el 91% de las muertes maternas se producen en centros de salud, de las que el 77% ocurren en hospitales públicos donde las mujeres de los quintiles más pobres reciben atención médica. La mayoría de las muertes maternas se producen entre mujeres de los sectores sociales con mayor vulnerabilidad, como resultado de las altas desigualdades de ingresos y educación, la residencia geográfica, la edad, la pertenencia étnica, la situación migratoria o la condición de discapacidad”.

Mujeres que protegen la vida

Las enfermeras locales contratadas por Fuden y su vinculación con la comunidad son una fuente de inspiración para mujeres bateyanas como Velisa Mota: “Nos dedicamos a la comunidad y a preservar la salud de  nuestros niños, niñas, jóvenes adolescentes y enjevecientes. Tras una formación de tres meses, tomé el impulso para estudiar enfermería”.

El compromiso de estas mujeres bateyanas, que luchan día a día por el bienestar de su comunidad, ha dejado huella en la vida comunitaria. Camilo Norberto Heredia, director provincial de salud, institución con la que Fuden colabora estrechamente señala que “gracias a las promotoras de salud ante situaciones de emergencias en los bateyes, sabemos que está todo controlado”. Son estas mujeres bateyanas las que se encargan de preservar el bienestar, la salud y la dignidad de su pueblo. Son ellas las que muestran el camino a seguir.

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